Crece y aprende viajando
Viajar es indudablemente uno de los mejores placeres de la vida. Viajar enriquece el alma y la mente, aunque no el bolsillo, pero siempre da una satisfacción de que valió la pena.
Emprender un viaje te abre la mente a nuevas culturas, costumbres, horarios, climas y un sinfín de características diferentes a lo que estás acostumbrado; y más aún, cuando viajas no solo a otro país sino a otro continente y se te convierte en una experiencia de muchos meses e incluso años.
Llegar a otro país
Llegar a otro país siempre supone un poco de temor y ansiedad por todo lo nuevo que te espera.
Cuando llegas te sientes como una pequeña hormiga en un planeta enorme. Pero pasan los días y esa hormiga va creciendo o ese mundo se va haciendo cada vez más pequeño, más natural, más tu realidad.
Día tras día vas conociendo personas increíbles, que tienen mucho para enseñarte. También lugares soñados y otros que no lo son tanto, pero que también te enseñan mucho.
Pasadas unas semanas, irás conociendo la cultura y costumbres y te sorprendes con todo, pues analizas comportamientos y hábitos de la gente. Aprendes mucho, entiendes que todos pensamos y actuamos diferente y esto es lo que hace maravillosa la vida.
Abres tu mente a nuevas formas de vida, a nuevo conceptos e ideas de las cosas, y te das cuenta de que te falta mucho por aprender, que el mundo es enorme, que todas las culturas tienen cosas positivas para enseñarte y que adaptarse al cambio es la mejor forma de encontrarte y encontrar tu lugar en el nuevo mundo al que has llegado.
Como bien dice una reconocida frase:
“A Donde fueres, has lo que vieres”
Debes adaptarte a los lugares a donde vas y a sus costumbres y formas de vida, dejando muchos prejuicios atrás.
Siempre teniendo claro nunca pasar por encima de tus principios y creencias y lo más importante, nunca olvidar de dónde vienes.
Lugave 😊